Tengo todo un mundo llenos de sirenas que hacen pactos crueles y de príncipes que luchan con dragones para conquistar a su amor. Yo te regalé mi armadura el día que te conocí porque reconocí que sería inútil luchar.
Tengo todo el tiempo que pasé contigo dentro de un reloj de cuerda que no quiero que funcione.
Tengo la colección de suspiros que conseguí atrapar antes de que escaparan por mi ventana, y en los que escribí tu nombre.
Tengo un castillo en ese cielo que miramos juntos tantas veces y que se apagó en señal de complicidad cubriendonos con su edredón salpicado de lágrimas de nácar.
Tengo un barco atracado en la orilla de todos los sueños que te dediqué por si, un buen dia, quieres navegar a conocerlos.
Tengo un plano con miles de aceras que llevan hasta tu corazón y, aún así, todavía me pierdo cuando intento llegar a tí.
Tengo una ecuación cuyas expresiones algebráicas dan siempre nosotros:(X= tu + yo)
Tengo noches de insomnio en las que nos prohíbimos dormir y pernoctamos sentados al filo de la madrugada.
Tengo cientos de páginas donde te digo lo que siento y sólo siento lo que veo.
Tengo docenas de batallas que perdí al destino y apuestas que el ganó con la ventaja de los tramposos.
Tengo cada segundo, minuto, hora y años en los que dije que no te amaría nunca más.
Tengo a la curiosidad desordenando en el arcón de mi corazón esperando encontrar la respuesta.
Y tengo a la certeza preguntandose la veracidad de la frase: lo que hoy duele, mañana se olvida.
Pero hay algo que no tengo y que a pesar de nada nunca olvidé y que se convirtió con el tiempo en mi batalla perdida. Se llama TU.
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